Sin decirte mentiras, este es el episodio que a mí me hubiese encantado haber escuchado cuando me enteré que estaba embarazada y todos mis miedos y emociones encontradas empezaron a aflorar.
Me hubiese encantado escuchar a una mujer en mi misma situación que me dijera que todo lo que iba a empezar a vivir era normal.
Que era normal sentir que se pierde el control sobre los planes profesionales que a veces uno se arma en su cabeza, y que me recordara que el mundo no se va a acabar, ni que el negocio que con tanto esfuerzo y constancia he construido se va a detener si yo necesitaba parar. Si tenía que parar.
Me hubiese encantado escuchar que la vida sigue y que a veces situaciones inesperadas o esperadas como el embarazo, en un año pandémico, lejos de la familia y llenito de trabajo y proyectos profesionales, también podía ser visto como una oportunidad para replantear prioridades y darnos el descanso que tanto nos hacía falta en un ritmo de vida acelerado en donde solo gana el que hace más: el que más es productivo.
Pero, ¿qué pasa cuando ya no puedes serlo?
Embarazo y emprendimiento: ¿Podré con todo?
Me enteré que estaba embarazada el último sábado del mes de enero. Apenas vi que en la prueba se dibujaron dos rayas rojas me puse a llorar porque ser mamá estaba en todo, menos en mis planes.
Menos este año, en el que tenía agenda llena hasta abril ( desde antes de diciembre), el lanzamiento del libro y mi primer programa premium.
Y todos esos planes, por supuesto, se tuvieron que modificar.
En estos 8 meses y medio he pasado por todas las etapas que puedas imaginar: la negación (la primera semana), la aceptación (la primera vez que vi a Santi en la ecografía), los conflictos físicos y emocionales (desde que me enteré hasta ahora) y el amor desmedido hacia una personita que aún no conozco, tal y como me siento ahora que puedo decir a los cuatro vientos que sí, que quiero ser mamá.
Pero en ese viaje interno que empecé a vivir, luchaba la mayoría del tiempo contra la idea que yo misma me había hecho de lo que soy como profesional. La que trabajaba un montón, la que se ponía retos a sí misma, la que creaba cursos nuevos y siempre estaba pensando en qué nuevo crear, hacer o lanzar.
Y todo eso cambió desde el momento en que me enteré que estaba embarazada.
- Estos meses he aprendido a decir NO a algunos proyectos, para poner a mi bebé como prioridad
- He dormido más que en toda mi vida sin sentirme culpable
- Y he encontrado maneras diferentes de vivir mi productividad
Pero, lo más importante, he aprendido a ver y gestionar mi negocio de una forma más consciente.
- Desde la abundancia de saber que lo que he construido no se va a esfumar por una pequeña ausencia.
- Desde el recordatorio diario de que si emprendí es para ser una buena jefa conmigo misma y disfrutar de mi libertad.
- Desde el permiso de dedicar mi tiempo y energía a las actividades que más me apasionan de mi negocio. Como, por ejemplo, enseñar.
Lo bonito de este proceso es que también he podido seguir la historia de seguidoras o clientas que me han apoyado mucho desde que publiqué que estaba embarazada, y a emprendedoras como Clarissa Cuen y Anna Lu Garro, que están viviendo lo mismo en estos momentos y con quienes compartí un rato muy agradable intercambiando experiencias y aprendizajes en el episodio #94 de mi podcast. ¡Escúchanos aquí!
No sé qué me deparará la vida a partir de finales de septiembre, tampoco qué cambios internos viviré y cuáles transformaciones también verá mi negocio de cara al próximo año, pero sé que todo estará bien.
A veces los planes menos esperados son el inicio de cosas grandes y buenas. ¡Eso espero!